Darse el pisto en
la cocina
El
hombre por naturaleza suele pavonearse ante sus congéneres de que sabe hacer
tal o cual cosa mejor que nadie. En otras palabras “darse el pisto”. Es
frecuente encontrarse con el paisano que nos dice que como él nadie hace tal
receta, si es el caso de un cocinilla o guisandero de domingo y fiestas de
guardar. Así que darse el pisto en la cocina es habitual entre los que andan
entre fogones. Pero el “pisto” no solo es sinónimo de importancia sino que es
una elaboración culinaria.
La
palabra pisto etimológicamente proviene del latín “pistus” participio del verbo
“pinsere”, que significa machacar, majar o triturar. Así, que pisto viene a ser
un machacado o majado de algún alimento. En la cocina tradicional española esta
especialidad no se ha elaborado ni ha tenido el mismo significado a lo largo de
su historia, puesto que cuando comienza a elaborarse pistos en la cocina hacia
la Edad Media se entendía que era “picadillo de carne como pastel pisto”como se recomienda en los Privilegios para mujeres preñadas de Juan Alonso o como señala Juan Méndez Nieto
en sus Discursos medicinales de 1606:
“Hize que le diesen luego a comer de
lechugas… y después de las lechugas le dieron un pisto de un pollo bien aderezado” y
continúa diciendo,“Llegó fatigadíssima a la mañana, diéronle a beber un pisto…”.
En otras palabras, el pisto era un cocimiento de carne de pollo triturada o
picada.
Cuando
llegan los productos americanos y constituyen para de la dieta del español
hacia el siglo XVIII es cuando el concepto de “pisto” se transforma en una
especia de guiso de tomates, pimientos calabacín, cebolla, zanahoria, entre
otras hortalizas, las cuales se fríen a fuego lento hasta vencerlas.
Si
bien esta sería la receta más habitual, nos encontramos que en la cocina
española existen una amplia variedad de pistos, y algunos de ellos muy
afamados: pisto manchego o murciano, o el mismo pisto extremeño. Se puede decir
que cada región le ha transmitido su impronta y hasta cada cual metido a
sollastre le da su particular elaboración. Y últimamente la cocina moderna lo
ha aderezado con frutos secos o, recordando los sabores agridulces barrocos, le
suele introducir en cuerpo pistero miel de mil flores.
No se debe olvidar, que
es una excelente preparación que se deja comer sola con mucho moje o para
acompañar carnes y pescados o con un simple huevo frito. Además, es muy
nutritivo y rico en principios inmediatos y minerales. Siempre ha sido una
receta de temporada, por el contrario, hoy día es pitanza de todo el año e
ideal la cualquier edad y faena, a la vez que se deja morfar tanto en caliente
como en frío. Así, que un buen pisto y un buen pan rústico extremeño se puede
comparar a cualquier delicatesen.
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