El bocata
Ayer
estuve escuchando una conversación en la puerta del colegio de mi nieto que me
hizo reflexionar. Se trataba de un padre le estaba diciendo a otro que este año
“de playa ná” y a lo sumo algún
domingo o sábado intentaría llevarse a la esposa y a su hijo a la playa o a
alguna piscina natural del norte de Cáceres y “ya está” dijo aquel padre con cara de circunstancias. El
interlocutor le respondió que pasar un día de playa y comer en un chiringuito
era una cosa excelente. A lo que le respondió “qué va, echamos unos bocadillos y nos lo hincamos a pie de agua”. Al
escuchar lo último me llevó a la reflexión de la importancia que ha tenido el
bocadillo en nuestra sociedad y, aún más ahora en tiempos de aprietos, además
de ser un invento totalmente español.
No
obstante, tiene sus precedentes que se hunden en la historia: en la cultura sumeria
y egipcia ya se solía elaborar los llamados shawarma,
que eran un pequeño pan cortado en la mitad y relleno de verduras y carne
picada. Aún hoy día se continúa elaborando en países musulmanes convertidos en
tortas, que se enrollan sobre sí, y están rellenas de pollo o carne de cordero
y verduras. Podemos decir que son similares a los tacos mexicanos.
Si
atendemos a lo que el español entiende como bocadillo actualmente se puede
decir que es un pan de tamaño pequeño y alargado, cortado a la mitad y relleno
de alimentos variados, sin embargo la palabra bocadillo, al margen de que
también signifique bocado pequeño, se ha venido interpretando en siglo pasados
como la comida de los hombres del campo que solía hacerse mientras se le daba
el pienso a los animales, así como entre los esquiladores, la comida que se
solía hacer en los descansos de esquileo. A fin de cuentas es una comida frugal
y rápida, una especie de tentempié.
A
partir del siglo XIX es cuando toma la apreciación de lo que hoy entendemos
como bocadillo, que se popularizó en la guerra carlista entre los soldados,
entre los cuales se popularizó el
bocadillo de tortilla de patatas. En el Siglo de Oro entre las soldadesca solían
llevar un panecillo, que habitualmente se endurecía, al que se le llamaba
“chusco” y al que se le solía introducir chorizo o morcilla. Por el consumo
frecuente de esta especialidad fue por lo que se les llamaba a dichos soldados “chusqueros”.
La
modernidad ha puesto al bocadillo en primera fila de la cocina, desde concursos
gastronómicos exclusivos, que ha dado lugar su entrada en la cocina moderna por
la puerta grande, así como en el libro Guiness al elaborarse en Barcelona un
bocadillo gigante de 3.865 metros,
en cuya elaboración se tardó seis horas con la participación de 60 cocineros.
Y en la actualidad las llamadas Bocaterías proliferan por nuestras ciudades,
las cuales ofrecen una gran variedad de tamaños, tipos y gustos, y a los que
jóvenes y menos jóvenes se han aficionado, aunque con la llegada del pan de molde se
ido introduciendo la variedad anglosajona o sándwich, el cual si puede
considerarse como un tentempié, aunque no es comparable con el bocadillo
español, que hoy por hoy ya es toda una elaboración culinaria, que satisface el
estómago más exigente, pero aún queda el snob o el “pijo” que prefiere decir sándwich
en lugar de bocata.